Tradicionalmente, los tratamientos para la depresión se han centrado en los neurotransmisores, como la serotonina o la dopamina. Estos son químicos en el cerebro que influyen en el estado de ánimo, y los antidepresivos actúan aumentando sus niveles. Sin embargo, los investigadores han identificado que la depresión no solo se trata de la cantidad de estos neurotransmisores, sino también de cómo las células cerebrales se comunican entre sí. Aquí es donde entra el descubrimiento.
Un equipo de científicos de la Universidad de Chile ha encontrado que, en personas con depresión, una proteína específica en el cerebro, llamada receptor mGlu2, está funcionando de manera anormal. Este receptor es fundamental para el proceso de plasticidad neuronal, que es la capacidad del cerebro para adaptarse a nuevas experiencias y situaciones. En resumen, este receptor influye en cómo nuestro cerebro se adapta emocionalmente a los cambios en la vida. Cuando este mecanismo no funciona correctamente, puede contribuir a los síntomas depresivos, como la falta de motivación, la tristeza profunda o la incapacidad de disfrutar de las actividades cotidianas.
Lo sorprendente de este hallazgo es que, al restaurar la función normal de este receptor, se podría mejorar la plasticidad neuronal y ayudar al cerebro a recuperarse de los efectos emocionales y cognitivos de la depresión. Es como si pudiéramos darle al cerebro una «herramienta» para reorganizarse y adaptarse mejor a las circunstancias, lo que podría aliviar los síntomas de la enfermedad de manera más efectiva que los tratamientos actuales.