La integración sensorial es el proceso mediante el cual el cerebro organiza e interpreta la información recibida a través de los sentidos. En personas neurodivergentes, especialmente aquellas con Trastorno/Condición del Espectro Autista (TEA o CEA), la percepción sensorial puede manifestarse de manera atípica, resultando en hipersensibilidad o hiposensibilidad a ciertos estímulos.

A pesar de que son los/as terapeutas ocupacionales los que suelen especializarse en integración sensorial, es beneficioso también que los/as psicólogos/as comprendamos estos aspectos para tomarlos en consideración en la práctica clínica.

Específicamente, este artículo se centrará en el sistema táctil, ofreciendo pautas prácticas para su identificación y abordaje en el entorno terapéutico.

El sistema táctil y sus manifestaciones

La identificación y manejo de las variaciones en la sensibilidad táctil son fundamentales en la intervención terapéutica con pacientes neurodivergentes. La hipersensibilidad táctil, o defensividad táctil, se caracteriza por respuestas de rechazo ante estímulos que, para la mayoría, serían inofensivos. Por ejemplo, un/a paciente puede evitar el contacto ligero, preferir iniciar el toque en lugar de recibirlo o mostrar ansiedad ante estímulos táctiles sutiles. Para calmarse, es común que busque aumentar la estimulación propioceptiva mediante abrazos firmes o actividades que impliquen presión profunda.

Por otro lado, la hiposensibilidad táctil se presenta cuando el individuo requiere estímulos más intensos para generar una respuesta adecuada. En niños/as, esto puede observarse en la búsqueda constante de estímulos táctiles fuertes, como abrazos intensos, llevarse objetos a la boca para exploración sensorial, dificultades en habilidades motoras orales que afectan la masticación o el habla, y una escasa respuesta al contacto, lo que influye en la coordinación motora y manipulación de objetos.

Identificación de las sensibilidades táctiles en sesiones terapéuticas

Durante la evaluación, es esencial que el/la terapeuta observe cómo el/la paciente procesa los estímulos táctiles. La observación directa permite detectar reacciones ante diferentes texturas o contactos. Por ejemplo, si un/a niño/a evita tocar materiales suaves o se retira al ser tocado/a, podría indicar hipersensibilidad.

En este sentido, las entrevistas con padres o cuidadores son fundamentales, pues aportan información valiosa sobre comportamientos de sus hijos/as en otros entornos, como la preferencia del niño/a por tocar objetos en lugar de ser tocado o la búsqueda de presión intensa para calmarse. Además, la aplicación de cuestionarios estandarizados, como el Sensory Profile Checklist Revised (SPCR), ayuda a cuantificar las respuestas sensoriales y detectar reactividades en el sistema táctil (Bogdashina, 2003; Fonseca Angulo et al., 2020).

Adaptaciones del entorno terapéutico para favorecer la integración sensorial

El ambiente terapéutico puede influir significativamente en la experiencia sensorial del paciente. Utilizar iluminación suave y regulable, evitando luces fluorescentes intensas, puede prevenir la sobrecarga sensorial. Minimizar ruidos de fondo y optar por sonidos controlados, como música suave o sonidos de la naturaleza, contribuye a un ambiente relajante. Seleccionar muebles y materiales con texturas agradables al tacto, como sillas tapizadas con telas suaves, también es beneficioso. En nuestro centro, contamos con un cojín vibratorio sensorial que proporciona estimulación táctil reconfortante, ayudando a los/as pacientes a autorregularse. Diseñar áreas específicas donde el/la paciente pueda retirarse en momentos de sobrecarga sensorial permite una autorregulación gradual.

Técnicas para manejar la sobrecarga sensorial durante la terapia

Además de las adaptaciones ambientales, existen estrategias que pueden ayudar al paciente a gestionar la sobrecarga sensorial. Enseñar y practicar ejercicios de respiración profunda durante las sesiones puede ser útil para regular el sistema nervioso en momentos de alta estimulación. Proporcionar herramientas sensoriales, como pelotas antiestrés, juguetes de manipulación o mantas con peso, puede ofrecer una sensación de seguridad y ayudar en la autorregulación. Además, incluir descansos breves durante la sesión permite al paciente tomarse unos minutos para sí mismo en silencio si lo desea en caso de sentirse abrumado/a.

Estas estrategias no sólo facilitan la estabilidad emocional y la participación en actividades diarias, sino que también, fomentan el desarrollo de habilidades motoras y sociales, promoviendo una mayor autonomía en la vida de los/as pacientes. Se recomienda un trabajo multidisciplinario junto con terapeutas ocupacionales para abordar directamente las dificultades de integración sensorial.

Finalmente, es esencial recordar que cada persona es única; por lo tanto, antes de incorporar estas recomendaciones, es sumamente importante consultar primero al paciente sobre sus preferencias para asegurar su propia comodidad y bienestar.

Referencias

Bogdashina, O. (2003). Sensory perceptual issues in autism and Asperger syndrome. Jessica Kingsley Publishers.

Fonseca Angulo, R., Montero, N., Crissien-Quiroz, E., & Blumtritt, C. (2020). Perfil sensorial en niños con trastorno del espectro autista. Archivos Venezolanos de Farmacología y Terapéutica, 39(1), 104–114. https://doi.org/10.5281/zenodo.4068178

Pruiti, J. I. (2024, 26 de febrero). Trabajar la integración sensorial con las personas autistas. SOM Salud Mental 360. Recuperado de https://tea.som360.org/es/blog/trabajar-integracion-sensorial-personas-autistas

Universidad Técnica de Ambato & García, D. C. (2023). Perfil sensorial en autistas [Artículo de ResearchGate]. https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v7i2.5289

Understood. (2018). TDAH y sobrecarga sensorial. Recuperado de https://www.understood.org/es-mx/articles/adhd-sensory-overload