Más allá de la Pantalla:Redefiniendo la Terapia Infantojuvenil en la Era Digital
En el siguiente artículo, escrito por la psicóloga Miriam Besoaín, exploramos una reflexión profunda sobre la terapia infantil y juvenil online y la relación de los niños con las pantallas. En un mundo cada vez más digitalizado, donde las pantallas se han convertido en una constante en la vida de los niños, la autora nos invita a cuestionar y reconsiderar el papel de la tecnología en la terapia y el desarrollo infantil.
Este artículo es una lectura interesante para cualquier persona interesada en la psicología infantil, la terapia en línea y el impacto de la tecnología en el desarrollo infantil.
El contexto global que hemos atravesado en el último tiempo, sin duda ha tenido que ver con los crecientes trastornos psicológicos que han ido apareciendo. Durante la pandemia, la cercanía casi asfixiante con la familia generó sus efectos. Cada integrante de la familia se vio de algún modo afectado por el encierro en que, el roce inevitable y la falta de distracciones externas, tuvieron su estrago.
Un sector de la población que se vio ciertamente acontecido por esta situación, fueron los niños, quienes resguardados por sus padres, y por el Estado en esta ocasión, terminaron por quedar insertos en una burbuja bastante hermética. Así quedaron protegidos de posibles contagios, enfermedades, hasta del mismo establecimiento escolar.
Sin embargo, la desprotección se trasladó a otro lugar, a lo que fueron entregados sin mucha vacilación, el de las pantallas. Por diferentes motivos, ya fuese necesidad, regaloneo o premio, infantes de diferentes rangos etarios, comenzaron a dedicar más tiempo a la transmisión visual. Un panorama que, a veces, va más asociado con la falta de un cuidador presente, que con una actividad familiar o de un real entretenimiento.
En estos casos, la tele, el celular, el computador, la tablet se convierten en las niñeras, te preguntan qué quieres ver, satisfacen rápidamente tus necesidades de entretención y te mantienen ocupados. Las pantallas con su encanto, seducen y llaman rápidamente la atención de los niños. Los movimientos rápidos, colores brillantes, emociones intensas, dejan hipnotizados a sus cerebros en pleno desarrollo. Los adultos pueden hacer sus cosas y, los niños juegan, en teoría todos debiesen estar felices pero, ¿lo están?
Es una pregunta que me da hartas vueltas en la cabeza, y es que a ratos la tele (me refiero a la tele para resumir la alusión a cualquier dispositivo electrónico), más bien pareciese suprimir la necesidad de un Otro, aquel que nos obliga y, requerimos, que mediante su presencia posibilite la capacidad para simbolizar. A través del vínculo con otros, el individuo va significando el mundo, interpretando mediante él lo que le rodea. Con la televisión, se genera la ilusión de que estamos bien, de que no existe necesidad de otro mientras se eluda el aburrimiento.
Sin embargo, esto no es más que un movimiento autoerótico y repetitivo de satisfacción. La posición pasiva frente a la pantalla, genera estar como meros espectadores de lo que está literalmente pasando en esa cuadrícula, aquella que no deja hueco, rica y pegadiza, un dulce adictivo. Así como niño pegado a una paleta, la estimulación de la tele se asimila a una droga, como la sustancia que abre un encuentro con todo y nada al mismo tiempo. La estimulación constante de colores fugaces, nos hace olvidar que estamos frente a un espejo negro, borroso, un espejo de identificaciones que se desarman y se deshacen rápidamente, un espejo vacío.
En este sentido, el autor del libro “Hacia una infancia virtual”, Esteban Levine (2006), establece que el niño de hoy no juega con sus juguetes, más bien interactúa, sin mucho espacio para generar algo nuevo. El objeto de juego es cada vez más completo, con más funciones, el niño ya no lo usa para simbolizar sino que este utiliza al niño para ser reproducido. El juguete entonces, pasa ser algo suficiente en sí mismo, lógico, con reglas y esquemas basados en algoritmos. Así es como la subjetividad se pierde y la creatividad del niño se universaliza.
A mi parecer, puede ser muy dañino estar pegado a estímulos constantemente sin poder tener la capacidad suficiente y madura para poder separarte de lo que te está consumiendo. Este ha sido parte de mi debate ético respecto a qué significa la atención de terapia en línea infanto-juvenil, qué tiene que ver con la relación que tienen los niños con las pantallas y cómo nos podemos hacer cargo de eso como psicólogos. En búsqueda de encontrar respuestas a lo que es la atención infantil generé esta reflexión y una introspección de lo que ha sido mi descubrimiento en la atención de niños a través de la teleconsulta. No quiero ser otra pantalla más de un vínculo vacío. De esta forma, me fui preguntando qué estaba ocurriendo en nuestras sesiones.
La terapia, principalmente consiste en ir facilitando y ayudando al paciente para poder plantearse a sí mismo respecto de su problema o malestar. Al ir nombrando lo que le ocurre, este se puede ir posicionando y formulando para encontrar una solución. En el contexto de la pantalla y los niños, fue fundamental entender cómo utilizar este medio a nuestro favor, para formar vínculo y trabajar en los objetivos terapéuticos. Por lo tanto, lo novedoso fue entender que el trabajo estaba en cada uno y no en la pantalla misma. Jugar a apagar la cámara como a las escondidas, tener poderes o jugar a una trivia. Cada una de las intervenciones van a más allá del plano 2D, se basan en el vínculo y resignificación del conflicto. Innovar, replantearse el lugar del aparato electrónico es fundamental para dar espacio al Sujeto, a su deseo, a la posibilidad del encuentro con la falta, con la belleza de lo incompleto. Entre las cosas que me fui dando cuenta, es de la importancia de jugar, darle espacio al sinsentido, así como el autor Levine replica “el niño no juega porque aprende sino que aprende porque juega”. Es el poder darle lugar al no saber del Otro, es ir dando aire a lo rígido de la pantalla.
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