PSICÓLOGA CLÍNICA
Cabe destacar que, a nivel mundial y nacional las tasas de personas que padecen cáncer o mueren de esta enfermedad se incrementan de forma acelerada, lo que a modo de consecuencia mantiene en alerta constante a los profesionales de la salud quienes buscan mejores condiciones para las mejores que padecen cáncer y sus familias. Asimismo, se proyecta que un periodo corto de tiempo el cáncer será la primera causa de muerte en nuestro país, lo que, a su vez, posiciona el tema como un punto importante de abordar por nuestra sociedad. No obstante, el tema está lejos de ser un tema de interés nacional, pues no existen estadísticas recientes que puedan explicar en que condiciones estamos como país frente a esta conflictiva. A propósito de esto, la psicooncología (psicólogos especialistas en cáncer) comienza a ser enunciada en los 70, esto a raíz de que el diagnóstico de cáncer era una patología que solía mantenerse reservada, por ende, los pacientes y sus familias no contaban con el espacio social para poder comprender o asimilar este diagnóstico. Es por ello, que este nuevo modelo emprende el reconocimiento integral de la medicina y psicología, y apunta a la colaboración de ambas áreas para el bienestar de los pacientes oncológicos y sus familias.
Es importante comprender que las personas somos combinaciones de múltiples experiencias, fuerzas, ideas, creencias y emociones que convergen en dos lugares, donde encontramos el yo corporal, y el yo psíquico, esto nos da la posibilidad de observar diversos aspectos que dan lugar a nuestra identidad. Teniendo en cuenta esto, las personas podemos desarrollar otras dimensiones cuando nos encontramos ante un proceso de enfermedad, muerte o duelo, por lo que nuestras experiencias irán convergiendo dando lugar a otro sujeto identitario distinto. Durante este proceso, los aspectos del desarrollo físico, cognitivo, psíquico, emocional, social y espiritualidad serán fundamentales en el proceso de salud y enfermedad, por lo que será importante tener un abordaje continuo en estas áreas.
Es por esta razón, que creo importante hacer énfasis en el llamado a la comunidad a poder concientizar sobre esta patología, pues la gente implicada sufre diversos cambios físicos y emocionales que deben poder dar a pie a la escucha activa, al reforzamiento del recuerdo, y al ordenamiento mental de las necesidades demandadas. En este sentido, creo que será necesario poder reforzar las diferentes intervenciones del modelo psicosocial, para así, favorecer la calidad de vida de los pacientes oncológicos y sus familias.
¿Qué es el cáncer? Se refiere a diferentes procesos clínicos que comparten la proliferación anormal y no controlada de células del organismo, que si, además, no se controla supone un proceso libre de desarrollo que suele acarrear la muerte. El cáncer es un grupo de enfermedades que se caracteriza por un crecimiento celular incontrolado con pérdida de la diferenciación y capacidad para difundir, invadiendo los tejidos próximos y provocando metástasis.
Benigno: crece a ritmo lento, no invade tejidos cercanos y no produce metástasis.
Maligno: crece rápidamente, invade tejidos cercanos y produce metástasis.
Tumor: el bulto que generalmente se deriva de una neoplasia.
Cáncer: sólo se refiere a neoplasias malignas o tumores malignos.
Asimismo, el cáncer transforma el organismo de múltiples formas.
Invasión: migración y penetración directa de las células cancerosas en el tejido vecino.
Metástasis: las células cancerosas, que circulan a través de los vasos sanguíneos y linfáticos, llegan a invadir el tejido normal en otras partes del cuerpo.
Físico: limitaciones físicas, dolor crónico, dificultad respiratoria, alteración de los sentidos (olfato, gusto), pérdida de peso, trastorno del sueño, alteración de la alimentación, crisis de angustia, pérdida de funcionalidad.
Psicológico: Pensamientos automáticos negativos, disminución de la autoestima, autoimagen, ideas fatalistas, pérdida de control, estrés, desmotivación, culpabilidad.
Cognitivas: Compromiso de conciencia, estados delirantes, alucinaciones, pérdida del sentido tiempo-espacio, distorsión cognitiva.
Emocional: Angustia, ansiedad, temor, rabia, tristeza, incertidumbre, abatimiento, sentimientos de abandono, vergüenza, desolación.
Espiritual: Desesperanza, sufrimiento existencial, muerte.
Asimismo, comienzan las diferentes amenazas con la muerte, el dolor y la pérdida, lo que da a conocer una identidad fragmentada, donde la enfermedad orgánica sostiene un vínculo con la psique que transforma cada rincón de nuestra personalidad. Es por esta razón, que los temas relacionados con la autoestima y/o autopercepción son alterados por la patología, lo que promueve en el área psicosocial un importante trabajo en red, que pueda integrar a las familias, médicos, psicólogos para el bienestar de nuestros pacientes, pues es de este modo, podremos ayudar al manejo de la pérdida física del “yo corporal”, y la transformación de diferentes creencias, ideologías y capacidades de quien lo requiera.
Emociones que se podrían expresar durante este proceso: ansiedad, desesperanza, angustia, depresión, sufrimiento existencial, vacío, tristeza, rabia, abatimiento, preocupación, incertidumbre, miedo, pánico, sentimiento de inutilidad, aislamiento emocional, negación, entre otras.
¿Qué podemos hacer con esta “pérdida del yo”?
Estimular la expresión de sentimientos en los pacientes y sus familias lo que permitirá ir aceptando emociones hostiles como la angustia, ira, tristeza y miedo.
Comprender que las emociones no son buenas o malas, son parte de la afectividad de la persona que ha se ha construido de un modo particular a través de su historia, por ende, existen momentos placenteros como displacenteros.
Ir depositando en palabras la pérdida corporal del yo. Cuáles son los dolores- Cuál es la parte física perdida que promueve más angustia frente al cambio.
Ir en conjunto delimitando estrategias de afrontamiento activa frente a la problemática, esto permitirá que el sujeto sea protagonista consciente del malestar psíquico, emocional, depresión, ansiedad, angustia.
Organización del tiempo y distribución del mismo. Esto fomenta la calidad de vida y la percepción del bienestar a través de estrategias a corto plazo.
Ramón Bayes (2015), nos interna en la posibilidad de pensar en el cáncer como una oportunidad de co-construcción identitaria del “yo”, fuera del análisis de la patología que intenta abarcar todos los ámbitos que como seres humanos hemos permeado a lo largo de nuestras vidas. En este sentido, es fundamental intentar sostener la palabra que se ha inscrito en el “yo” sin el diagnóstico, como un factor que nos identifica y que permitirá entender la forma de afrontamientos futuros que tendrá el sujeto frente a la patología oncológica.
«La persona, mientras vive, es, esencialmente, una biografía en curso, impredecible y cambiante. La persona, como cualquier otro ser, animal o vegetal, es única e irreemplazable. No tiene res extensa, la persona es un viaje. No pueden existir dos viajes iguales. Ni en los seres humanos ni en los demás seres. Ni siquiera en las montañas, los ríos o las puestas de sol que amamos un día en nuestra juventud. Es imposible” (Pág. 54).
En este sentido, la diversificaron del contenido propio de la historia del paciente, brinda la posibilidad de comprender que cada tratamiento oncológico será único, pues estará asociado al contenido identitario que deposite el paciente en el psicólogo. De esta forma, se da el espacio a los sujetos y a sus familias de vivir un proceso único, que no podrá ser comparado con otros casos similares
El proceso de adaptación y afrontamiento dependerá de una combinación de factores que se relacionan entre sí:
Grado de patología, curso y pronóstico, junto a los efectos secundarios a tratamientos. Apoyo social y recursos ambientales. Competencias del paciente para hacer frente al estrés y disponibilidad de abordaje psicológico Nivel y forma de información recibida.
En virtud de aquello, las diferentes intervenciones relacionadas con la protección de la salud mental y física, estarán ligadas a las siguientes líneas de acción- Factores protectores.
Atención a pacientes de manera ambulatoria y hospitalizados. Programas de visitas domiciliarias a pacientes en estado de dependencia. Talleres de pacientes, familias y duelo. Intervenciones familiares. Charlas y talleres psico-educativos. Boletín unidad de cuidados paliativos. Atención presencial, telemedicina y video consultas. Acompañamiento en el proceso de fin de la vida. Acompañamiento en el duelo.
Los cuidados paliativos son un enfoque de tratamiento que intenta mejorar la calidad de vida de los pacientes oncológicos y sus familias. En virtud de aquello, se promueve que las personas que se encuentren ante tales conflictos físicos y emocionales, puedan ser sostenidas bajo un modelo que intenta prevenir el alivio del sufrimiento, esto ante una detección temprana de los diferentes tratamientos del dolor, dificultades físicas y/o conflictos espirituales o psicólogos. En este sentido, al intentar mitigar el dolor de un proceso duro y arduo como lo es el cáncer, los cuidados paliativos forman parte de ese espacio de escucha física, donde se proporciona el apoyo espiritual y psicológico ante el diagnóstico, y las diferentes fases que le siguen.
Proporcionar alivio del dolor y otros síntomas. No pretender adelantar o aplazar la muerte. Son una afirmación de la vida y consideran la muerte como un proceso normal. Integran los aspectos psicológicos y espirituales de la atención del paciente. Ofrecen un sistema de apoyo para que el paciente viva del modo más activo posible hasta el momento de la muerte.
Cabe destacar, que durante el proceso de la patología en cuestión es habitual que algunas personas del entorno del paciente realicen de forma constante diferentes actividades relacionadas con los cuidados físicos y psicológicos del paciente. No obstante, como efecto de tales preocupaciones, los cuidadores podrían sufrir de un extenuante desgaste físico y emocional al cuidar a un paciente crónico.
Áreas afectadas:
Aumento de situaciones negativas. Sensación de falta de control de la situación. Soledad, pérdida de apoyo. Pérdida de actividades gratificantes. Sentimientos negativos hacia el enfermo: Desmotivación, angustia, fatiga y somatización.
Es por esta razón, que es fundamental poder crear una red de apoyo que promueve no solo el bienestar del paciente oncológico, sino también al cuidador principal, o hacia la familia. “La enfermedad terminal… tienen como uno de sus principales efectos el hacer necesario una reestructuración familiar donde las responsabilidades y roles desempeñados por cada miembro deberán de ser analizados de nuevo… El estrés ocasionado provoca cambios en las relaciones familiares que pueden ir desde el aislamiento y resentimiento, hasta una protección y cuidado mutuo” (pág. 5).
Objetivos para la intervención con el cuidador:
Activar la red de apoyo familiar y social.
Tener espacios de reflexión y ocio que permita brindar un equilibrio antes las responsabilidades ante el cuidado realizado. Ayuda y reparto de responsabilidades.
Apoyo de contención emocional y psicológico. Escucha activa del entorno familiar y comunicación asertiva. Apoyo económico. Flexibilidad laboral. Psicoeducación para los cuidados que necesita el familiar.
La psicooncología se enmarca dentro de la psicología de la salud, enfocándose directamente en el impacto asociado al diagnóstico de cáncer que involucra el funcionamiento y respuesta psico-emocional del paciente, la familia y los diferentes equipos de salud involucrados en el tratamiento. En este sentido, el rol del psicooncólogo es poder escuchar y dar respuesta ante las necesidades del paciente y sus. Asimismo, durante el proceso se evalúa la fase de la enfermedad, progresión, rehabilitación, muerte y duelo, diferentes procesos que darán pie, al manejo de ciertas informaciones delicadas de la situación patológica, que, a través del psicólogo, serán devueltas a través de una comunicación asertiva y con criterio.
Permite fomentar una adecuada adherencia a los tratamientos médicos, oncológicos y terapéuticos. Adecuar y comunicar la información al paciente y familia sobre la enfermedad en curso, consecuencias y tratamientos. Contribuir al aumento de la responsabilidad y autonomía del propio paciente. Favorecer la disminución del estrés emocional y elaboración de nuevas estrategias de afrontamiento de forma adecuada. Aumento en la calidad de vida del paciente y familia. Atenuar manifestaciones emocionales altamente estresantes secundarias a los tratamientos oncológicos como: temor, angustia/ansiedad a cirugía, quimioterapia, radioterapia, dolor físico, náuseas y vómitos, recomendaciones en la ingesta alimenticia, consejería en actividades sexuales, sociales entre otras. Adecuación de la imagen corporal, baja autoestima, pensamientos automáticos negativos. Contribuir al manejo de sintomatología afectiva como: angustia, ansiedad, miedo, rabia, tristeza, frustración, culpa, vergüenza, ambivalencia afectiva, labilidad emocional, aislamiento, hipersensibilidad, depresión, trastornos adaptativos entre otros. Aumentar factores protectores del paciente, familia y entorno social, disminuyendo los factores de riesgo.
Facilitar la aceptación de la realidad de la pérdida. La aceptación de la pérdida no debe ser sólo intelectual sino también emocional. Los rituales tradicionales como el funeral ayudan a muchas personas a encaminarse hacia la aceptación. La tarea de aceptar esta dura realidad puede realizarse hablando sobre la pérdida, dándole tiempo y espacio, para darse cuenta de la realidad. Facilitar la expresión de las emociones y el dolor por la pérdida. Una vez más es necesario un espacio seguro para poder expresar y elaborar los sentimientos de tristeza, rabia, culpa, nostalgia, etc. Ayuda mucho el compartir estos sentimientos con otras personas, puede hacerse con la familia, amigos, en grupos de apoyo mutuo, con asesores del duelo o profesionales de la salud. Es necesario facilitar ese espacio seguro. Facilitar adaptarse a un medio en que el fallecido está ausente y resolver sus problemas cotidianos sin lo perdido. Hay tres tipos de adaptaciones que hay que tener en cuenta: las adaptaciones externas, cómo influye la muerte en la actuación cotidiana de la persona; las adaptaciones internas, cómo influye la muerte en la imagen que la persona tiene de sí misma; adaptaciones espirituales, cómo influye la muerte en las creencias, los valores y los supuestos sobre el mundo que abriga la persona. Dependen mucho del vínculo entre la persona fallecida y la que está viva. Facilitar recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo. Debemos encontrar maneras de recordar a los seres queridos que han fallecido llevándolos con nosotros, pero sin que ello nos impida seguir viviendo.
A lo largo de este artículo, quizás nos volvimos a reencontrar con asuntos ya conocidos que de alguna u otra forma nos siguen implicando, o puede que quizás fue nuestro primer acercamiento a una realidad desconocida, o quizás una realidad que ahora por necesidad hay que reconocer, de cualquier modo, sostener la incertidumbre ante la enfermedad de cáncer será esencial. Teniendo en cuenta esto, hay que concebir que el “yo” corporal y emocional ha sido permeado a la fuerza por una enfermedad que suele dejar huellas imborrables, donde la ausencia es la simbolización de lo que fue la vida. En vista de aquello, la única certeza de este proceso, es poder brindarles a las personas afectadas la dignidad de ser escuchados, esa posibilidad que merecemos todos, pero que, en este caso, posibilitará la única espera que realmente podrá ser acogida,
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