Este artículo, escrito por la psicóloga Nicole Avalos, examina las habilidades y la percepción de los recién nacidos. A través de estudios científicos y observaciones recogidas en la serie de Netflix «Bebés», se desafía la idea de que los bebés son seres poco activos y con limitada conciencia de su entorno. En este texto, Nicole Avalos presenta evidencia de que los bebés poseen habilidades perceptivas y cognitivas significativas desde el nacimiento, lo que proporciona una nueva perspectiva sobre el desarrollo humano temprano.
Estaba viendo una serie en Netflix llamada “Bebés” que aborda, a partir de investigaciones recientes, los diferentes hitos del desarrollo en el transcurso del primer año de vida. Esto involucra el aprendizaje social, el desarrollo socioemocional y también el desarrollo fisiológico y neuronal. Esto me recordó que en mi vida personal he escuchado la frase “es sólo un bebé”, haciendo hincapié a que no entienden lo que está pasando a su alrededor. Es así como comencé a meditar sobre lo que usualmente se piensa de los recién nacidos, quienes podrían ser catalogados como seres asociales que llegan al mundo como una tabla rasa.
Contrariamente a lo que se piensa, los bebés son seres competentes, capaces de
mucho más de lo que se pensaba. Hoy en día sabemos que existe una continuidad en la vida pre y postnatal, por ejemplo, durante el segundo trimestre del embarazo todos los sentidos humanos están activos así como también, están presentes mucho antes del nacimiento, los reflejos, los estados de conciencia y los movimientos. Si bien, luego del nacimiento, los bebés empiezan a explorar en cómo influye la gravedad (ej. en el sentir hambre), lo interesante es no ver al parto tanto como la gran “inauguración”, sino que hay cosas que los bebés ya tienen preformadas desde el embarazo.
En relación con lo anterior, en esta serie se explica que, entre los 4 y 6 meses, los bebés tienen un buen control visual lo que les posibilita explorar el mundo y, además, ha permitido que se realicen investigaciones utilizando este recurso. Es así como se ha concluido que los bebés ya tienen un conocimiento sobre cómo funciona la gravedad desde mucho antes de los 9 meses, la cual era la edad donde se pensaba que se desarrollaba la permanencia de objeto. Por lo tanto, si bien es un conocimiento primitivo, inicial y básico, es un conocimiento central que crecerá con el tiempo y que comienza mucho antes de lo que creíamos.
En cuanto al procesamiento facial, sabemos que los bebés prefieren los rostros humanos. Sin embargo, un estudio demostró que los bebés tienen la capacidad de
reconocer las diferencias entre los rostros de otras especies animales, es decir, logran
diferenciar a un mono de otro mono aunque sean de la misma especie y tengan apariencia similar. Es a partir de los 12 meses en que los bebés pierden esta capacidad y en vez de tratarlos como individuos pasan a ser un sólo grupo: “los monos”.
A propósito de esto, se investiga la forma de procesar la información cerebral de los bebés al observar los diferentes rostros humanos con distintos rasgos y orígenes, por
ejemplo, los rostros de personas asiáticas, europeas y morenas. Se concluye que a los 6 meses de edad los bebés pueden reconocer cada rostro igual que con los monos, pero a los 9 meses pierden esa habilidad, tomando como un sólo grupo a todos los rostros que sean distintos del propio grupo. Esto no quiere decir que los bebés sean racistas, sino que los bebés tienden a preferir a su grupo y esto depende de qué tipo de rostros ven en su vida diaria, en su mayoría, relacionado con sus padres, parientes y conocidos.
Al igual que en el procesamiento facial, los bebés también aprenden a especializarse
en el procesamiento del lenguaje que se habla en su propio entorno. A los 6 meses de edad los bebés pueden discernir los sonidos de todas las lenguas del mundo. Por ejemplo, un adulto de origen asiático no puede distinguir entre la R y L, pero un bebé chino de 6 meses sí lo puede realizar. Por ende, logran diferenciar todos los sonidos que se emiten en las diferentes lenguas hasta los 12 meses, pero luego se pierde esa habilidad. En otras palabras, pueden aprender cualquier idioma que quieran hablar sin necesidad de presentar un acento que los delate.
A partir de estos saltos cualitativos en el desarrollo, considero que los bebés experimentan la vida social, pues tienen un sentido de sí mismo rudimentario que les
permite un intercambio con el mundo. Por lo tanto, en mi opinión, nunca están en un estado de total indiferenciación del otro, porque desde el comienzo el bebé es capaz de responder al mundo social, ya sea reconociendo los rostros, eligiendo de quién aprender, reconociendo las diferentes lenguas, vocalizando o incluso expresándose a través de la sonrisa social. En este sentido, ya vienen con un conjunto de competencias que le permiten organizar su propia experiencia.
Lo que quiero demostrar con todas estas investigaciones es que en las mentes de los bebés ocurren más cosas de las que esperamos. Los bebés no son masas incapaces y pasivas donde el mundo pasa a su lado, sino que son sujetos activos que vienen con ciertas predisposiciones para poder enfrentarse de mejor manera al ambiente que les tocará vivir. Ser bebé no sólo implica comer y usar pañales, sino que la vida de un recién nacido implica tener variadas competencias con el fin de estar abiertos al mundo, a la interacción social y así adaptarse a un futuro en un mundo altamente globalizado.