«Neurodiversidad: Desafiando el Sobrediagnóstico»

Con el transcurso del tiempo, tanto en Chile como en el resto del mundo ha habido una tendencia a sobrediagnosticar ciertas condiciones relacionadas con la neurodiversidad, tal como fue el síndrome de Asperger en algún momento, y en la actualidad algunas como el trastorno del espectro autista (TEA) o el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), entre otras. Esto ha llevado a una mayor patologización de la diversidad cognitiva y conductual y a la creencia errónea de que estas condiciones son necesariamente un problema o una enfermedad que debe ser tratada.

El diagnóstico de estas condiciones resulta complejo y es a menudo subjetivo, no estando exento de tener un margen de error y, por consiguiente, la etiquetación innecesaria de personas que no cumplen con los criterios diagnósticos. Del mismo modo, existe una presión socioeconómica y cultural en algunos casos para recibir un diagnóstico, lo que puede llevar inevitablemente a un aumento del sobrediagnóstico.

En esta misma línea, los recursos tecnológicos disponibles en la web han avanzado a pasos agigantados, ofreciendo un amplio abanico de opciones, las cuales incluso prometen entregar un diagnóstico mediante el uso de ciertos instrumentos bajo el nombre de “test rápido”. Esta sencilla acción puede resultar tremendamente angustiante para quienes tienen dudas respecto a la presencia de alguna de estas condiciones, dado que en la mayoría de los casos estas herramientas carecen de sustento científico que permita corroborar o descartar un diagnóstico.

Otra de las aristas presentes asociadas a la problemática del sobrediagnóstico se vincula con las redes sociales, como Facebook, Instagram y Tik Tok, ya que en los últimos años estas plataformas han adquirido gran relevancia en el interés público a nivel global. Ciertamente, esto ha traído consigo diversos avances respecto a la velocidad con la que se difunde la información. No obstante, también ha generado la aparición de “mitos” en torno a los diagnósticos de personas con alguna neurodivergencia, como también la circulación de información tergiversada y hasta estereotipada sobre lo que representan estas condiciones.

Cabe mencionar que un diagnóstico erróneo tiene implicancias severas, generando en primera instancia que la persona pierda la oportunidad de recibir un tratamiento adecuado, como también, afectar directamente su autoestima e identidad. Por otro lado, se encuentra el desperdicio de recursos como tiempo y dinero, que invierten las personas al momento de solicitar una evaluación.

Por esta razón, me parece imperativo abordar el sobrediagnóstico de la neurodiversidad mediante una evaluación y diagnóstico adecuado, basado en criterios clínicos establecidos y realizado por profesionales capacitados que cuenten con la certificación necesaria. Asimismo, considero necesario promover desde nuestro rol como profesionales de la salud mental, una comprensión más amplia y respetuosa de la diversidad neurológica en la sociedad, para evitar la presión social y la estigmatización asociada al diagnóstico de cualquier neurodivergencia.

Por último, considero que, pese a que en los últimos años en Chile se han realizado avances hacia una cultura más inclusiva de la neurodiversidad, tales como la ley TEA que fue promulgada el presente año bajo la premisa de promover un abordaje integral de dichas personas en el ámbito social, de salud y educación; como también de entregar un diagnóstico oportuno para quienes lo requieran. Habrá que esperar los resultados en la práctica de los cambios que promete este proyecto de ley, así como también, que sea un aporte para quienes a falta de recursos económicos no han tenido la oportunidad recibir un diagnóstico e intervención adecuada hasta el momento.