PSICÓLOGA CLÍNICA
El concepto de «violencia de género» a menudo suscita desconocimiento y polémica en la sociedad debido a su naturaleza multifacética y su relación con profundas estructuras culturales y sociales. Identificar y abordar la violencia de género en un proceso terapéutico es crucial, ya que su impacto puede ser devastador y perdurable.
La violencia de género se trata de un fenómeno mundial que afecta a mujeres y niñas sin distinción de edad, nivel económico, religión o raza. El concepto de “género” va a definir lo masculino y lo femenino en sociedad, no como una realidad natural, sino como una construcción cultural (Pérez, 2019).
La definición de violencia de género, según la Convención de la Asamblea General de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW, 1992), es «la violencia dirigida contra la mujer porque es mujer o que la afecta en forma desproporcionada».
Según Sánchez (2013), se trata de una violencia que busca mantener la jerarquía establecida en el sistema social y cultural patriarcal, donde las mujeres se encuentran subordinadas al género masculino hegemónico. Se basa en un sistema de creencias sexista y hetero centrista, que acentúa las diferencias presentes en los estereotipos de género.
El autor explica que la violencia de género tiene dos características principales: es estructural e instrumental.
Estructural: Está relacionada con las normas sociales y los roles de género que la sociedad asigna a hombres y mujeres. Esto significa que, aunque las agresiones son cometidas por hombres específicos contra mujeres y niñas concretas, la sociedad en general contribuye a este comportamiento.
Instrumental: La violencia no es un fin en sí misma, sino que se usa como una herramienta para dominar y controlar a las mujeres.
Se comprende como todo comportamiento intencional que causa o intenta causar dolor o daño físico o poner en riesgo de sufrirlo. La forma más extrema es el asesinato por motivos de género.
Se trata de todas aquellas conductas de tipo amenazante, coacciones, prohibiciones, aislamiento, abandono, confinamiento, ocultar información, insultos, intimidaciones, amenazas a la vida y la integridad de las víctimas, personas cercanas, incluyendo amenazas de suicidio.
Engloba las críticas constantes, subestimación de las habilidades, insultos y/o sometimiento a otros tipos de abuso verbal. En términos vicarios, dañar la relación de la pareja con sus hijos o hijas, o prohibir las visitas a amistades o familiares (ONU Mujeres, s.f.).
Remite a actos de connotación sexual sin el consentimiento de las víctimas, los que pueden ser físicos y/o emocionales y manifestarse en su cuerpo y/o su subjetividad. Engloba roces (con o sin ropa), tocamientos, actos lascivos, violación, desnudo forzado, penetración con objetos, etc.
Dentro de esto podemos encontrar la desvalorización de lo femenino por prejuicios que incapacitan, infantilizan, excluyen o discriminan a las mujeres de los espacios de poder asociados comúnmente a lo masculino; lo cual puede expresarse, por ejemplo, por el sexismo en el lenguaje.
La ciberviolencia o ciberagresión incluye comportamientos agresivos contra las mujeres y niñas a causa de su sexo y/o género y que se manifiestan a través de las tecnologías de la información y la comunicación (internet, teléfonos móviles, videoconsolas, etc.).
Es importante destacar que las mujeres suelen ser víctimas de más de una forma de violencia, y que las manifestaciones y los tipos de violencia de género estarán influidos por aspectos sociales y culturales como el origen étnico, el estatus socioeconómico, la condición de migrante o refugiada, la edad, la religión, la orientación sexual, el estado civil, las discapacidades, etc.
Muchas personas no comprenden plenamente las diversas formas en que la violencia de género se manifiesta, más allá de las agresiones físicas, e ignoran sus raíces en las desigualdades de poder y los roles de género tradicionales. Reconocer la violencia de género como terapeutas no solo valida la experiencia de las víctimas, sino que también abre la puerta a la sanación y el empoderamiento.
Abordar este tipo de violencia es más que una obligación profesional; es un compromiso ético profundo con la justicia y el bienestar humano. Al hacerlo, no solo ayudamos a una paciente a sanar, sino que también contribuimos a la creación de una sociedad más saludable y equitativa.
➣Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW). (1992). Recomendación general nº 19. Enlace aquí
➣ONU Mujeres. (s.f.). Preguntas frecuentes: Tipos de violencia contra las mujeres y las niñas. Enlace aquí
➣Pérez, S. (2019). La violencia de género entre los jóvenes: una visión general de la violencia de género aplicada a los jóvenes en España. Enlace aquí
➣Sánchez, D. (2013). Intervención y atención a las agresiones a menores y mujeres. CEP, S.L. Enlace aquí