El pasado 25 de mayo de 2025 falleció Gastón Soublette a los 96 años. Su partida marca el cierre de una vida dedicada al pensamiento, la contemplación y la crítica lúcida a una sociedad que, desde hace décadas, avanza de espaldas al alma.

Soublette fue filósofo, musicólogo, esteta y ensayista. Pero más que eso, fue una voz distinta. Una que no gritaba ni imponía. Una voz que pensaba, que escuchaba, que meditaba. Y que invitaba a mirar más allá del síntoma visible, más allá de la urgencia y del rendimiento. En ese gesto, profundamente humano, es donde encontramos una conexión profunda con la salud mental.

Crítica a la modernidad: el sujeto escindido

Durante años, Soublette advirtió sobre los efectos de una cultura obsesionada con el consumo, la velocidad y la técnica. En sus escritos, señalaba cómo el pensamiento instrumental —aquel que mide, calcula y produce sin pausa— había ocupado el lugar del pensamiento simbólico, contemplativo y espiritual. Este desplazamiento no solo tiene consecuencias culturales: también afecta la manera en que vivimos, sufrimos y nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás.

Desde la psicología clínica sabemos que una de las raíces del sufrimiento psíquico contemporáneo es la desconexión con el deseo, con la palabra propia, con los vínculos auténticos. En muchos sentidos, el pensamiento de Soublette pone palabras a eso que, en consulta, aparece como angustia, vacío o desorientación.

Espiritualidad sin dogma: una interioridad posible

Para Soublette, recuperar el contacto con la naturaleza, el arte y el silencio era una forma de resistencia cultural, pero también una forma de salud. Sin necesidad de adscribir a una fe específica, su propuesta apuntaba a recuperar la dimensión espiritual de la experiencia humana: esa que se vincula con el sentido, la profundidad y la vida interior.

En terapia, muchas veces nos encontramos con personas que sienten que “algo falta” o que “no encuentran su lugar”. No siempre se trata de un diagnóstico. A veces se trata de esa pérdida de horizonte simbólico que el propio Soublette denunciaba con claridad.

Salud mental y sentido

Cuando hablamos de salud mental no solo nos referimos a reducir síntomas o superar crisis. También hablamos de recuperar el vínculo con lo que nos constituye como sujetos: nuestras historias, nuestras emociones, nuestras preguntas, incluso nuestras contradicciones. En ese sentido, Soublette nos recuerda que cuidar la salud mental también implica cuidar el alma, en el sentido más profundo del término.

La negación del alma en la sociedad contemporánea siempre fue un problema, y quizás esa sea una de sus advertencias más vigentes. Porque en un mundo que multiplica herramientas, algoritmos y soluciones rápidas, lo que escasea es justamente lo que él promovía: escucha, profundidad, sensibilidad y sentido.

Un legado vivo

Desde Subjetivamente, nos unimos al reconocimiento de su obra y legado. Porque creemos, como él, que no hay salud posible sin subjetividad. Y que no hay subjetividad sin espacio para el silencio, la contemplación y el encuentro con lo simbólico.

En tiempos donde el sufrimiento se acelera, urge detenerse. Soublette nos enseñó que no siempre hay que ir más rápido, que a veces el camino está en lo que no se dice, en lo que se calla, en lo que se escucha de verdad.