Un vínculo complejo con importantes implicancias terapéuticas
Dormir mal y consumir alcohol en exceso son dos problemáticas que con frecuencia se presentan juntas. De hecho, estudios recientes sugieren que hasta un 91% de las personas con dificultades para dormir también abusan del alcohol. Este dato, por sí solo, ya invita a mirar más de cerca la relación entre ambos fenómenos. Un nuevo estudio liderado por la Universidad Estatal de Ohio da un paso más y ofrece una mirada precisa sobre cómo el estrés y la depresión modulan este vínculo.
¿Qué encontró el estudio?
La investigación, publicada en la revista Alcohol, analizó la relación entre insomnio y consumo riesgoso de alcohol, explorando el rol mediador del estrés percibido y los síntomas depresivos. El hallazgo central es que la influencia del estrés o la depresión cambia según qué problema aparece primero: si el insomnio precede al consumo de alcohol, el estrés parece ser la principal vía que conecta ambos; en cambio, si el consumo de alcohol ocurre primero, la depresión es la variable que mejor explica el surgimiento posterior del insomnio.
Este descubrimiento tiene implicancias clínicas muy relevantes. Como señaló la autora principal, Jessica Weafer, si logramos abordar el estrés en personas con insomnio, podríamos reducir la probabilidad de que desarrollen un patrón de consumo de alcohol de riesgo.
Un enfoque integral para una problemática bidireccional
El estudio consideró a 405 personas que reportaban dificultades para dormir y consumo elevado de alcohol. Mediante diversos modelos estadísticos, se pudo comprobar que tanto el estrés como la depresión actúan como mediadores parciales, es decir, no explican por completo la relación, pero sí una parte significativa.
Además, al incluir ambas variables (estrés y depresión) en un mismo modelo, se observaron diferencias claras en las trayectorias de influencia. Este enfoque permitió descomponer los síntomas compartidos por ambas condiciones y clarificar mejor sus funciones específicas en el vínculo entre insomnio y alcohol.
¿Qué implica esto para el tratamiento psicológico?
Desde una perspectiva clínica, estos resultados refuerzan la necesidad de un abordaje integral y personalizado. En casos donde el insomnio aparece como síntoma inicial, intervenir sobre el estrés percibido puede ser una estrategia preventiva eficaz frente al riesgo de abuso de alcohol. En cambio, cuando el consumo de alcohol es el primer signo problemático, evaluar y tratar los síntomas depresivos se vuelve prioritario para abordar el deterioro del sueño.
Este tipo de evidencia también valida el uso de intervenciones digitales basadas en evidencia. El equipo de investigación ya ha probado una herramienta llamada SHUTi (Sueño Saludable a través de Internet), que demostró ser eficaz para mejorar el sueño incluso en personas que no estaban enfocadas en dejar de beber.
Implicancias para la salud mental en Viña del Mar
En nuestro contexto local, donde el estrés laboral, las demandas familiares y los hábitos culturales en torno al alcohol están muy presentes, estos hallazgos ofrecen una oportunidad concreta para mejorar los tratamientos psicológicos. En Subjetivamente, valoramos este tipo de investigaciones porque respaldan la importancia de considerar la historia singular del paciente y adaptar las intervenciones terapéuticas a las múltiples dimensiones del malestar.
Este estudio subraya lo que en psicología clínica muchas veces observamos en la práctica: los síntomas no ocurren de forma aislada. La subjetividad de cada persona —sus preocupaciones, su forma de lidiar con el estrés, su historia emocional— es clave para entender cómo se configuran los trastornos y cómo podemos acompañarlos con herramientas eficaces.
Referencia
Para más detalles sobre este estudio, puedes consultar el artículo original publicado por la Universidad Estatal de Ohio en ScienceDaily: Stress, depression factor into link between insomnia, heavy drinking.