¿Qué es la Melacolía? Definición, causas y tratamiento.
¿Qué es la Melacolía? Definición, causas y tratamiento.
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La melancolía es un estado emocional profundo y persistente caracterizado por una tristeza intensa, sensación de vacío y una desconexión con el mundo exterior. Más que una simple tristeza pasajera, la melancolía tiene raíces profundas en la subjetividad y la historia emocional de cada persona, pudiendo afectar la percepción de sí mismo y de los demás.
Desde el psicoanálisis, Sigmund Freud (1917) describió la melancolía como un duelo patológico, donde el individuo no solo sufre la pérdida de un objeto amado (persona, ideal, sentido de vida), sino que también internaliza la pérdida de manera inconsciente, atacándose a sí mismo con sentimientos de culpa, indignidad y desesperanza.
En la actualidad, la melancolía es entendida no solo desde una perspectiva psicoanalítica, sino también desde la neurociencia y la psicología clínica. Se asocia con trastornos del estado de ánimo, como la depresión mayor con características melancólicas, en la que la persona experimenta una incapacidad de sentir placer (anhedonia), fatiga extrema y una sensación de desconexión con la vida.
Sin embargo, la melancolía no es únicamente patológica. En la cultura, el arte y la filosofía, ha sido vista como una forma de sensibilidad ante la existencia, una manera de procesar el sufrimiento humano y un estado que, en algunos casos, puede propiciar la introspección y la creatividad.
Lo que diferencia la melancolía de otras formas de tristeza es su persistencia y su enraizamiento en la identidad de la persona. Es un estado que no siempre se expresa con llanto o desesperación, sino que puede manifestarse como una sensación de lejanía, nostalgia o una especie de resignación silenciosa ante la vida.
Causas de la melancolía:
La melancolía no surge de la nada; es el resultado de una compleja interacción entre factores emocionales, biológicos y relacionales que modelan la experiencia del individuo. Desde una perspectiva psicológica y psicoanalítica, se entiende que la melancolía tiene raíces en la historia personal, las relaciones tempranas y la forma en que la persona ha procesado sus pérdidas y heridas emocionales.
1. Pérdidas no elaboradas y duelos inconclusos
Sigmund Freud en Duelo y Melancolía (1917) propuso que la melancolía surge cuando una pérdida significativa (ya sea de una persona, una etapa de la vida, una identidad o un ideal) no es procesada de manera saludable. En lugar de atravesar un duelo donde se acepta la pérdida, la persona incorpora inconscientemente el objeto perdido y dirige su dolor contra sí misma, generando sentimientos de culpa, vacío y autodesprecio.
2. Apego inseguro y carencias emocionales tempranas
Desde la teoría del apego, la melancolía puede estar relacionada con vínculos tempranos inseguros, en los que el niño no recibió suficiente validación emocional o experimentó separaciones traumáticas. En estos casos, la persona crece con una sensación de abandono latente, lo que puede derivar en una tristeza persistente y una tendencia a la introspección dolorosa.
3. Dinámicas familiares y expectativas sociales
Desde un enfoque sistémico, la melancolía también puede entenderse como el resultado de patrones familiares que reprimen la expresión emocional. En familias donde la vulnerabilidad se castiga o se minimiza, los miembros pueden aprender a interiorizar su dolor en lugar de expresarlo, lo que a largo plazo puede generar una sensación de aislamiento emocional.
Asimismo, en sociedades donde se valora la productividad y el éxito por sobre el bienestar emocional, las personas pueden sentirse alienadas si no cumplen con las expectativas, lo que puede reforzar sentimientos de vacío y desconexión.
4. Factores neurobiológicos y predisposición genética
Desde la neurociencia, se ha identificado que ciertas personas pueden tener una predisposición genética a estados melancólicos, relacionados con alteraciones en los niveles de serotonina y dopamina, neurotransmisores clave en la regulación del estado de ánimo. Estudios recientes sugieren que las personas con una alta sensibilidad emocional pueden tener una mayor tendencia a desarrollar melancolía ante eventos de pérdida o estrés prolongado.
La melancolía no es solo una emoción pasajera, sino una construcción subjetiva influenciada por la historia personal, las relaciones y la cultura. Comprender sus causas es el primer paso para resignificar su impacto en la vida del individuo.
Síntomas de la melancolía:
La melancolía no siempre se expresa con lágrimas o desesperación. En muchos casos, se manifiesta como un estado de tristeza profunda y persistente, acompañado de una sensación de vacío y desconexión con el mundo. A diferencia de la tristeza común, la melancolía suele ser más difusa y prolongada, afectando la identidad y la percepción de la propia existencia.
1. Sensación de vacío y desconexión
Las personas melancólicas suelen describir una sensación de lejanía, como si estuvieran separadas del mundo y de sí mismas. Pueden sentir que nada tiene un significado real o que la vida ha perdido su color y vitalidad. Este vacío existencial puede llevar a un distanciamiento emocional incluso en relaciones cercanas.
2. Autorreproche y sentimiento de culpa
Desde el psicoanálisis, la melancolía se caracteriza por un fuerte sentimiento de culpa inconsciente. En lugar de culpar a una situación o persona por una pérdida o frustración, el individuo dirige la agresión hacia sí mismo. Pensamientos como «No soy suficiente», «No merezco ser feliz» o «Todo lo malo que me pasa es mi culpa» son frecuentes.
3. Pérdida de interés y placer (anhedonia)
Uno de los síntomas más característicos de la melancolía es la incapacidad de experimentar placer. Actividades que antes resultaban gratificantes—como la música, el arte, la lectura o el contacto con seres queridos—pueden perder su atractivo. Esta falta de disfrute puede hacer que la persona se aísle aún más y refuerce su sensación de desconexión.
4. Nostalgia intensa y mirada al pasado
La melancolía suele estar acompañada de una nostalgia persistente. La persona puede idealizar el pasado y sentirse atrapada en recuerdos de momentos mejores, con la sensación de que nunca podrá recuperar aquello que ha perdido. Este anclaje al pasado puede impedir que la persona se proyecte hacia el futuro.
5. Fatiga emocional y física
El estado melancólico no solo afecta la mente, sino también el cuerpo. Las personas pueden experimentar una sensación constante de cansancio, dificultad para concentrarse y falta de motivación. En casos más graves, esto puede derivar en síntomas físicos como dolores musculares, insomnio o alteraciones en el apetito.
6. Tendencia al aislamiento y al ensimismamiento
Las personas melancólicas pueden evitar la socialización, no porque no deseen compañía, sino porque sienten que no pueden conectar con los demás. Prefieren el refugio de su mundo interno, lo que puede hacer que sus pensamientos se vuelvan cada vez más oscuros y circulares, reforzando la sensación de soledad.
La melancolía, más que una simple tristeza, es un estado del ser que envuelve la vida del individuo, haciéndolo ver el mundo a través de un filtro de pérdida y desencanto. Sin embargo, este estado no es definitivo; existen enfoques terapéuticos que pueden ayudar a resignificar la experiencia melancólica y permitir una reconexión con la vida.
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Tratamiento
La melancolía no es solo un estado emocional, sino una forma de habitar el mundo marcada por la pérdida y la desconexión. Por ello, su tratamiento no debe centrarse únicamente en aliviar los síntomas, sino en explorar las narrativas internas que sostienen este estado, permitiendo una reconstrucción subjetiva y relacional. Desde enfoques terapéuticos basados en la subjetividad, la psicoterapia ofrece herramientas para resignificar la experiencia melancólica y recuperar un vínculo más auténtico con uno mismo y con los demás.
A continuación, se presentan cuatro abordajes terapéuticos efectivos para trabajar la melancolía:
1. Psicoanálisis relacional: dando voz al inconsciente
Desde el psicoanálisis relacional, la melancolía es vista como un duelo no elaborado, donde el sujeto ha internalizado una pérdida de manera inconsciente y la ha convertido en una autoagresión. En terapia, se busca traer al consciente esas heridas ocultas, comprendiendo el origen del dolor y cómo este ha sido reprimido o distorsionado.
A través del vínculo terapéutico, la persona puede reconstruir su identidad sin estar definida por la pérdida. Se exploran los patrones relacionales pasados y cómo estos siguen influyendo en la manera en que la persona se ve a sí misma y a los demás. El objetivo es transformar el sufrimiento en algo que pueda ser pensado y expresado, en lugar de ser vivido como un destino inescapable.
2. Terapia basada en la mentalización: diferenciando la realidad de la interpretación
La terapia basada en la mentalización (MBT) ayuda a las personas melancólicas a comprender mejor sus propias emociones y las de los demás. Quienes padecen melancolía suelen estar atrapados en narrativas internas rígidas, donde la pérdida y el sufrimiento son el eje central.
Este enfoque terapéutico permite desarrollar la capacidad de cuestionar y flexibilizar estos pensamientos, diferenciando lo que se siente de lo que realmente ocurre. Aprender a mentalizar ayuda a reducir la rumiación melancólica y fomenta una perspectiva más amplia y compasiva sobre la propia historia.
3. Terapia sistémica narrativa: reescribiendo la historia de la melancolía
Desde la terapia narrativa, la melancolía se trabaja como una historia que ha sido contada de una manera que refuerza el sufrimiento. Muchas veces, la persona se percibe a sí misma como «el que ha perdido», «el que nunca encaja» o «el que siempre está solo».
El terapeuta ayuda a reconstruir esta historia desde una perspectiva más compleja, incorporando momentos de resiliencia, vínculos significativos y otras facetas de la identidad que han sido eclipsadas por la melancolía. Este proceso permite que la persona recupere agencia sobre su vida y se vea a sí misma de una manera menos determinada por la pérdida.
4. Terapia sistémica: entendiendo la melancolía en su contexto relacional
Desde un enfoque sistémico, la melancolía no es solo un problema individual, sino una manifestación de dinámicas familiares y relacionales. En algunos casos, el estado melancólico es una forma de lealtad invisible a la historia familiar, repitiendo patrones de sufrimiento transmitidos generacionalmente.
En terapia, se exploran estas dinámicas y se busca modificar los patrones relacionales que refuerzan la melancolía. También se trabaja en la construcción de nuevas formas de vincularse con los demás, promoviendo relaciones más seguras y significativas.
La melancolía no desaparece de un día para otro, pero puede ser resignificada a través del proceso terapéutico. Más que «curar» la melancolía, el objetivo es darle un lugar en la historia personal, sin que esta defina la identidad del individuo.
Al comprender la melancolía como una expresión del inconsciente, una historia contada desde el dolor o una consecuencia de vínculos tempranos, se abre la posibilidad de transformación. A través de la psicoterapia, la persona puede reconstruir su relación con la pérdida, recuperar su capacidad de disfrutar la vida y conectar nuevamente con los demás desde un lugar de mayor autenticidad.
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Especializada en Psicoanálisis Relacional y Terapia Basada en la Mentalización (MBT)
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Especializada en Enfoque Narrativo y Terapia Basada en la Mentalización


Ps. Fernanda Gumucio
Especializada en Psicoanálisis Relacional y Terapia Basada en la Mentalización (MBT)
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