Los malestares son estados emocionales o psicológicos transitorios que surgen como respuesta a circunstancias particulares. Aunque no constituyen enfermedades, pueden afectar el bienestar mental y, si persisten sin abordarse, llegar a evolucionar hacia condiciones más graves. Estos estados reflejan la vulnerabilidad inherente de las personas ante situaciones de estrés, pérdida, incertidumbre o agotamiento. Manejar los malestares de manera adecuada, ya sea a través del autocuidado, el apoyo social o la orientación profesional, es fundamental para evitar que afecten negativamente la salud mental a largo plazo y para promover una vida equilibrada y satisfactoria.