Autismo y Regulación Emocional: Estrategias Terapéuticas Efectivas

Anika de Nordenflycht

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Las personas dentro del espectro autista suelen enfrentar dificultades significativas en la regulación de sus emociones, lo que puede repercutir en su bienestar general y en su capacidad para desenvolverse en distintos entornos. En la práctica clínica, se ha observado que muchas de estas personas experimentan niveles elevados de ansiedad y frustración, especialmente en situaciones que desafían su rutina o que implican una alta carga sensorial (Mazefsky et al., 2013). En este contexto, las intervenciones terapéuticas enfocadas en la regulación emocional buscan proporcionar herramientas que les permitan identificar, comprender y gestionar sus emociones de manera efectiva.

Es por esto que, a continuación, se presentan algunas estrategias respaldadas por la investigación y la experiencia clínica que han demostrado ser eficaces en el desarrollo de la autorregulación emocional en personas dentro del Trastorno del Espectro Autista (TEA o CEA).

Modelado o modelamiento de Comportamientos

El modelado es una técnica en la que figuras significativas, como padres/cuidadores, docentes y/o terapeutas, demuestran estrategias adaptativas para gestionar emociones difíciles o incómodas. Por ejemplo, si un/a niño/a autista muestra signos de frustración al no poder completar una tarea, un adulto puede reflejar lo que ve y verbalizar su propio proceso de regulación emocional diciendo:

«Parece ser que esto te está frustrando… me siento frustrado cuando algo no me sale a la primera, pero puedo tomar una respiración profunda y volver a intentarlo»

o bien, mostrar con el ejemplo y que el/la niño/a le observe realizando el ejercicio de aplicar alguna técnica de respiración para regularse. Al poder ver este modelo de afrontamiento, el/la niño/a puede aprender formas más adaptativas de manejar sus propias emociones. 

Uso de Herramientas Visuales para la Identificación de Emociones

Las personas autistas pueden tener dificultades para identificar y reconocer sus emociones. Para abordar esto, pueden emplearse recursos como tarjetas ilustradas con expresiones faciales, «termómetros emocionales» que representan distintos niveles de intensidad afectiva o diarios de sentimientos en los que el/la paciente registre su estado emocional a lo largo del día. Un ejemplo común en la práctica clínica es el uso de un «semáforo emocional», en el que el verde representa calma, el amarillo indica incomodidad o ansiedad moderada que sugiere estar alerta y el rojo señala una emoción intensa que requiere intervención.

Una vez identificadas las emociones, es fundamental proporcionar estrategias para gestionarlas de manera eficaz. Algunas de las técnicas más efectivas son las pausas estructuradas, ya sea en sesión, o bien, cuando lo requiera en su vida diaria. Se enseña a la persona a retirarse momentáneamente a un espacio tranquilo antes de que la emoción se intensifique y pueda llegar a sentirse desbordado por ella. Por otro lado, se encuentra la respiración diafragmática. Esta es una técnica de relajación muy útil que implica respirar de manera lenta y profunda haciendo uso del diafragma para expandir el abdomen al inhalar y contraerlo al exhalar. Si es difícil de realizar, puede practicarse con apoyo visual, como por ejemplo, soplar burbujas para regular el ritmo respiratorio de forma lúdica y efectiva. Finalmente los recursos visuales, como gráficos de «ruedas emocionales» o «mapas emocionales», pueden utilizarse como un apoyo para las personas autistas para poder conceptualizar mejor las emociones y estructurar estrategias de autorregulación.

Técnicas Narrativas

El uso de historias personalizadas es una estrategia efectiva para ayudarles a comprender sus emociones y desarrollar habilidades de afrontamiento. Un ejemplo es la creación de «historias sociales», donde se narran situaciones cotidianas que pueden generar estrés y se presentan posibles formas de afrontamiento. Si un/a niño/a autista siente ansiedad ante cambios en su rutina, una historia podría relatar cómo un personaje enfrenta un cambio inesperado en su horario escolar y logra encontrar maneras de adaptarse. Estas narraciones permiten la identificación con el personaje y proporcionan modelos concretos de afrontamiento.

Mindfulness Adaptado para la Regulación Emocional

El mindfulness, o atención plena, ha mostrado ser una estrategia efectiva para mejorar la autorregulación emocional, tanto en la población neurotípica, como neurodivergente. Específicamente en relación a la condición del espectro autista, diversos estudios han encontrado que su práctica puede reducir la ansiedad y mejorar la flexibilidad cognitiva en esta población (Spek et al., 2013).

En estos casos, el mindfulness puede adaptarse utilizando técnicas estructuradas y concretas, como la respiración consciente, la cual también puede enseñarse con apoyo visual, por ejemplo, utilizando la metáfora de «inflar un globo» para ayudar a regular la respiración de manera pausada, el movimiento consciente en actividades como el yoga, la danza consciente, o movimientos rítmicos y repetitivos facilitan la regulación emocional a través del movimiento y pueden fomentar también la concentración, y finalmente, el uso de herramientas sensoriales como pelotas antiestrés, mantas con peso o fidgets sensoriales ayudan a mejorar la atención y reducir la sobrecarga sensorial.

Prácticas de Enraizamiento (Grounding)

Finalmente, tenemos el grounding o enraizamiento. Esta es una práctica fundamental que se utiliza para ayudar a los/as pacientes a reconectarse con el presente, especialmente en momentos de ansiedad, estrés o crisis emocionales. Para las personas neurodivergentes, este tipo de técnica resulta particularmente valiosa, ya que puede contribuir a disminuir la sobrecarga sensorial que pueden experimentar, y por consiguiente, fomentar la regulación emocional.

En el contexto de las neurodivergencias, las personas pueden experimentar disociación, alteraciones en la percepción de su entorno o incluso sentir que están fuera de control durante situaciones emocionales intensas. Las estrategias de grounding se enfocan en contrarrestar estas sensaciones al anclar la atención en el presente a través de la conciencia sensorial. Este tipo de intervención ayuda a que puedan conectarse con sus propios cuerpos y con lo que está sucediendo a su alrededor. Por ejemplo, una técnica de grounding que es particularmente útil en personas neurodivergentes implica la conciencia de las sensaciones físicas en el cuerpo, pues, al enfocar la atención en algo tangible, como la presión de los pies sobre el suelo/pasto, las personas pueden empezar a sentir una mayor estabilidad y seguridad, ayudando a contrarrestar la sensación de desconexión. Este enfoque tiene una base fisiológica, ya que la presión de los pies en el suelo activa el sistema nervioso parasimpático, que está relacionado con la relajación y la regulación emocional.

Además, el grounding puede incluir el uso de las percepciones sensoriales del entorno, como observar objetos, escuchar sonidos o tocar diferentes texturas. En el caso del autismo, suele tenerse una mayor sensibilidad a los estímulos sensoriales, por lo que estos ejercicios pueden ayudar a disminuir la sobrecarga sensorial y redirigir la atención a lo que es seguro y controlado en el entorno inmediato. Al utilizar los sentidos de manera intencional, la persona puede encontrar momentos de calma y conexión con el aquí y ahora, lo que les ayuda a regular sus respuestas emocionales.

La práctica del grounding también puede incluir estrategias para gestionar la ansiedad de manera efectiva. Por ejemplo, se puede pedir a la persona que identifique y describa las sensaciones físicas en su cuerpo o que se concentre en la respiración profunda. Estos ejercicios contribuyen a bajar la activación del sistema nervioso y a aumentar la percepción de control sobre la situación emocional, proporcionando herramientas para navegar por experiencias intensas de manera más adaptativa.

En conclusión, las estrategias terapéuticas para la regulación emocional en personas autistas deben adaptarse a sus necesidades individuales y enfocarse en la identificación, expresión y gestión de emociones. El uso de recursos visuales, técnicas narrativas, prácticas de mindfulness adaptadas y grounding ha demostrado ser altamente beneficioso, tanto para el bienestar individual del paciente, como para apoyar y empoderar a las familias en el acompañamiento a sus seres queridos. El enseñar y acompañar a los pacientes para que lleguen a implementar estas estrategias en su vida diaria permite que desarrollen una mayor autonomía emocional y obtengan una mejor calidad de vida.

Referencias

Mazefsky, J. O., Yu, L., White, S. W., Siegel, M., & Pilkonis, P. A. (2013). Emotion regulation in autism spectrum disorder: A pilot study. Journal of Autism and Developmental Disorders, 43(2), 212–220. https://doi.org/10.1007/s10803-012-1561-y

Spek, A. A., van Ham, N. C., & Nyklicek, I. (2013). Mindfulness-based therapy in adultos with an autism spectrum disorder: A randomized controlled trial. Research in Developmental Disabilities, 34(1), 246–253. https://doi.org/10.1016/j.ridd.2012.08.009

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