“No sé qué estudiar”: cuando elegir una carrera se vuelve una pregunta por el sentido
“¿Y tú, qué vas a estudiar?” Una pregunta común, pero que en la adolescencia puede sentirse como una sentencia. Detrás de esa aparente simpleza se esconde una exigencia identitaria: definirse, tomar posición, elegir un futuro. Pero, ¿cómo decidir un camino cuando el mapa interno aún se está dibujando?
En nuestra práctica clínica en Viña del Mar, acompañamos a muchos adolescentes en este punto de quiebre. Y lo que vemos no es solo indecisión: es un conflicto subjetivo profundo, muchas veces no verbalizado, que tensiona el deseo, la identidad y el tiempo.
Adolescencia: entre el deseo y el mandato
La adolescencia es una bisagra. No es simplemente un tránsito entre la infancia y la adultez: es una reconfiguración psíquica donde el yo se tambalea frente a nuevas demandas internas y externas. Como plantea Bleichmar (2005), se produce una «reescritura del psiquismo», donde las identificaciones infantiles se cuestionan, el cuerpo cambia, y la pregunta por el lugar propio se vuelve urgente.
Elegir una carrera en este contexto es intentar responder a una pregunta que aún está en formación. El deseo no aparece como algo claro ni estable. Se mueve entre lo que uno quiere, lo que cree que debería querer, lo que los otros esperan y lo que el contexto permite. Butler (2001) ha planteado que no todos los deseos son igualmente reconocibles en todos los entornos. En la adolescencia, esta tensión puede generar una confusión profunda: ¿esto lo elijo yo, o lo eligen por mí?
El malestar no siempre habla claro
Este conflicto aparece clínicamente como síntomas: ansiedad, apatía, cambios abruptos de intereses, bloqueos académicos, crisis de angustia o retraimiento. No son caprichos ni etapas pasajeras: son manifestaciones de un malestar que muchas veces no encuentra palabras.
Fonagy y Target (2007) explican que la capacidad de mentalización —pensar los propios estados internos— aún se está desarrollando en la adolescencia. La psicoterapia, en este sentido, no busca dar respuestas definitivas, sino crear un espacio donde pensar(se) sea posible. Un lugar donde se pueda ensayar el deseo, sin juicio ni mandato.
Levin (2013) propone que trabajar con adolescentes implica sostener un tiempo de espera subjetiva. No apurar la definición, sino permitir que algo del deseo se organice, se escuche, se diga.
El rol adulto: sostener sin invadir
Madres, padres y cuidadores cumplen un rol clave. Pero no desde la urgencia por resolver, sino desde la capacidad de alojar la incertidumbre. Acompañar no es imponer una elección ni exigir una definición clara: es estar disponibles para sostener un momento vital confuso, contradictorio y, muchas veces, doloroso.
Winnicott (1971) hablaba del espacio transicional como ese lugar donde el sujeto puede jugar con lo posible sin sentirse amenazado. Eso es, también, lo que puede ser una orientación vocacional acompañada clínicamente: un espacio donde el adolescente pueda pensar la vida que quiere sin tener que decidirla desde el miedo.
Elegir desde el deseo, no desde el mandato
En Subjetivamente, Centro de Psicología Clínica en Viña del Mar, trabajamos desde una perspectiva que prioriza la subjetividad por sobre el rendimiento. Acompañamos a adolescentes y jóvenes en procesos de elección, redefinición o crisis vocacional, ofreciendo un espacio clínico para que el deseo pueda desplegarse y narrarse.
Porque elegir una carrera no debería ser el final de una búsqueda, sino el inicio de una construcción. Y para eso, a veces, hace falta menos urgencia y más escucha.
→ Si tu hijo o hija está atravesando un momento de indecisión vocacional, agenda una primera sesión en www.subjetivamente.cl
📍 Atención psicológica para adolescentes y jóvenes en Viña del Mar.





