Al pensar en el término «subjetividad» puede que rápidamente se te venga a la mente la dicotomía entre subjetivo y objetivo. Este último, como aquello que concierne a lo más cuantitativo, científico y medido del conocimiento humano.
En su opuesto, podrías pensar que lo subjetivo tiene que ver con lo relativo, con aquello difícil de medir. Si bien hay algo de eso, en el caso de la mente humana, es un poco más profundo.
La subjetividad está asociada a nuestra mente, aquello que surge como resultado de la construcción de nuestra psique, que sin duda alguna no es homologable a la persona de al lado. Es propia de cada uno, singular.
Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, se encontró con la subjetividad de una manera muy particular. Freud, comenzó su profesión como neurólogo, indagando a nivel cerebral qué les pasaba a sus pacientes, por qué padecían de síntomas tales como parálisis de brazo, mutismo repentino, entre otros.
En el transcurso de su estudio, analizando si había algo neurológico detrás de estos síntomas, se repetía que los y, sobretodo, las pacientes, le contaban su vida, narraban sus historias e inclusive le hablaban de sus sueños. Allí, se percató que había algo más allá, algo a lo que el tratamiento médico empírico y tradicional no alcanzaba a responde.
De esta forma, aparece el sujeto con lo que podríamos llamar como manifestaciones subjetivas, que difieren de aquello cuantificable en un plano científico, el peso, temperatura y demases. El autor postfreudiano, Jacques Lacan, bien planteaba que los saberes con pretensiones científicas dejaban fuera al sujeto.
Esto significa que, las personas, están inmersas en la subjetividad, en lo que va más allá de lo racional. Si fueras medible por todo lo externo, podríamos predecir con mayor exactitud tus decisiones, acciones o enfermedades. Sin embargo, hay más factores que solo lo cuantitativo, lo que en un plano psicológico podríamos ubicar en elementos o aspectos como la edad y sus propios hitos de desarrollo. No obstante, hay algo que va más allá, cosas que tienen que ver contigo, con lo que a ti te atrajo, o no te gustó de una vivencia en particular. Eso es lo subjetivo, aquello que tiene que ver con tu mundo interno y tu manera única de ver la vida y el mundo.
Es por eso que en nuestro centro, Subjetivamente, el nombre surge a partir de lo mencionado anteriormente, de la necesidad de poner énfasis sobre lo importante que es visualizarte a ti como persona, que tiene una vida y experiencias únicas. Nuestra mirada del ser humano es siempre integral, en que nos es relevante poder leerte de la manera correcta, sin pasar a llevar tu subjetividad imponiendo recetas universales.
En nuestro ejercicio como psicólog@s, si bien es relevante conocer lo biológico, químico (tales como antecedentes o trastornos endógenos), para nosotros es fundamental entender de qué manera lo que te trae a la sesión psicológica se vincula contigo y que efectos generó en ti.
De esta forma, la terapia consiste en un espacio de trabajo, basado en la confianza y en el respeto, de comprensión y ayuda para lo que a ti como ser único, te está ocurriendo. Así podremos darle lugar, solución y calma al malestar que te trae.