Una mirada desde la salud mental y el desarrollo emocional
En los últimos años, padres, cuidadores y profesionales de la salud mental han comenzado a formularse una pregunta que, aunque parece simple, encierra una complejidad cada vez más urgente:
¿Cuándo es bueno regalarle un celular a mi hijo?
La respuesta no puede ser inmediata ni técnica. Requiere considerar no solo la edad cronológica, sino también las condiciones subjetivas del niño o la niña, el entorno familiar, y el tipo de vínculo que se construye con la tecnología desde etapas tempranas.
Un reciente estudio global publicado en el Journal of Human Development and Capabilities —basado en datos de más de 100.000 personas jóvenes— ofrece una advertencia clara: entregar un smartphone antes de los 13 años podría estar afectando seriamente la salud mental de las futuras generaciones.
Smartphones y salud mental: ¿Qué dicen los datos?
El estudio, liderado por el equipo de Sapien Labs y su base de datos del Global Mind Project, reveló una correlación preocupante:
Las personas que tuvieron su primer celular antes de los 13 años reportan, en la adultez temprana, mayores niveles de pensamientos suicidas, desconexión emocional, agresividad, disociación de la realidad y dificultades en la regulación afectiva.
Más específicamente, los resultados muestran que:
- El bienestar psicológico, medido a través del Mind Health Quotient (MHQ), disminuye proporcionalmente a la edad de adquisición del primer teléfono.
- Los adolescentes que recibieron su primer celular a los 13 años obtuvieron un puntaje promedio de 30. En cambio, aquellos que lo recibieron a los 5 años puntuaron apenas 1.
- El impacto fue transversal a nivel cultural, idiomático y geográfico, lo que sugiere un fenómeno estructural y no meramente contextual.
¿Qué factores explican esta relación?
La evidencia sugiere que no es el celular en sí lo que genera daño, sino la forma en que este mediatiza la experiencia emocional, social y cognitiva durante etapas críticas del desarrollo. Entre los factores más relevantes se identifican:
- Acceso temprano a redes sociales: favorece la comparación social, la validación externa constante y la exposición a contenido dañino o inadecuado para la edad.
- Ciberacoso (cyberbullying): con consecuencias emocionales profundas y, muchas veces, invisibles para los adultos.
- Pérdida de sueño y sobreestimulación: el uso nocturno de dispositivos altera los ritmos circadianos, afectando funciones cerebrales clave como la atención, la memoria y la autorregulación.
- Deterioro de las relaciones familiares: la hiperconexión digital debilita el vínculo presencial, la comunicación emocional y el apego seguro.
Desde una perspectiva psicoanalítica-relacional, se trata de un fenómeno que interrumpe el proceso de simbolización, la construcción del self y la capacidad de mentalizar (comprender los estados internos propios y ajenos).
Entonces, ¿cuándo es apropiado regalar un celular?
La respuesta, si bien no puede reducirse a una edad universal, sí puede apoyarse en evidencia y sentido clínico. Según el consenso actual en salud mental y desarrollo infantil:
Antes de los 12 o 13 años no es recomendable entregar un smartphone con acceso libre a redes sociales o internet.
A partir de los 13 años, y siempre bajo un acompañamiento activo y afectivo, puede considerarse la entrega de un teléfono, idealmente con:
- Controles parentales.
- Horarios definidos de uso.
- Educación digital crítica.
- Diálogos abiertos sobre emociones, seguridad y límites.
Más que un momento cronológico, lo importante es que el niño/a cuente con recursos psíquicos, familiares y relacionales que le permitan integrar el uso del celular de forma saludable.
¿Qué rol deben asumir los adultos?
Padres, madres, cuidadores y docentes tienen hoy la tarea urgente de redefinir el pacto entre tecnología y niñez. Esto no implica demonizar los dispositivos, sino comprender que su uso temprano tiene consecuencias que afectan la arquitectura emocional del sujeto.
Recomendamos:
- Fomentar espacios de diálogo sobre el uso de pantallas.
- Cultivar momentos sin tecnología (comidas, paseos, tiempo de descanso).
- Supervisar el contenido digital y establecer acuerdos claros.
- Promover el juego libre, la lectura y las relaciones presenciales como formas fundamentales de desarrollo.
Conclusión: no es solo un celular
Regalar un celular a un niño o niña no es una decisión técnica ni meramente educativa. Es un acto profundamente simbólico que puede abrir puertas al mundo, pero también riesgos reales si se da de forma precoz o sin contención emocional.
La pregunta “¿cuándo es bueno regalarle un celular a mi hijo?” no tiene una única respuesta, pero sí debe formularse desde un lugar consciente, informado y conectado con las necesidades del desarrollo humano.
En una época donde lo digital se filtra en todos los aspectos de la vida, proteger la salud mental infantil es, también, un acto de resistencia cultural y amor lúcido.