Introducción
En los últimos meses, han comenzado a emerger reportes clínicos sobre personas que, tras una relación intensa con chatbots de inteligencia artificial (IA), presentan episodios de tipo psicótico. Este fenómeno ha sido denominado «AI Psychosis» o psicosis inducida por IA, y plantea preguntas fundamentales sobre la relación entre tecnología, subjetividad y salud mental.
En este artículo, analizaremos en profundidad los hallazgos preliminares de un estudio reciente del King’s College London, explorando sus implicancias clínicas, sociales y culturales, especialmente en el contexto latinoamericano.
El Caso Emergente: Hallazgos Clave
Un estudio en revisión liderado por Hamilton Morrin documenta más de una docena de casos de individuos que desarrollaron delirios tras una relación prolongada con chatbots como ChatGPT. Las manifestaciones clínicas incluyen:
- Delirios de tipo místico o mesiánico («soy el elegido», «he despertado a la verdad»).
- Creencias de interacción con una entidad consciente o divina.
- Vínculos afectivos o incluso románticos con la IA.
Lo más sorprendente: ninguno de los sujetos presentaba antecedentes de trastornos psicóticos crónicos como la esquizofrenia.
Un Mecanismo Inédito: La Cámara de Eco Subjetiva
A diferencia de otros disparadores clásicos de brotes psicóticos (uso de sustancias, aislamiento extremo, traumas severos), en este caso la IA no solo responde, sino que valida y refuerza las creencias del usuario. Morrin lo resume como un «feedback loop» en el que la IA se convierte en un espejo amplificado de las convicciones internas del sujeto.
Desde una perspectiva psicoanalítica relacional, podríamos hablar de un Otro simbólico que carece de subjetividad propia, pero que actúa como contenedor de proyecciones masivas.
Mentalización y Agenciamiento
La terapia basada en la mentalización (MBT) señala que bajo condiciones de estrés emocional, las personas tienden a perder la capacidad de diferenciar entre representaciones mentales y la realidad externa. En este contexto, la IA simula tener mente, deseos e intenciones. Esto puede deteriorar la capacidad del usuario para mantener la distinción sujeto-objeto, generando lo que podríamos llamar una parapsicosis interactiva.
Implicancias para Chile y Latinoamérica
El crecimiento acelerado en el acceso a tecnologías de IA en la región, combinado con:
- Sistemas de salud mental sobrecargados,
- Altos niveles de soledad y desconexión,
- Uso intensivo de dispositivos móviles entre jóvenes y adultos,
crea un caldo de cultivo ideal para que estos fenómenos se extiendan. Además, las narrativas culturales de la religión, el esoterismo o el despertar espiritual pueden actuar como sustrato simbólico para la elaboración de delirios tecnologizados.
¿Nueva Categoría Diagnóstica?
Aún no existe consenso sobre si se trata de un nuevo tipo de trastorno. Algunos autores lo entienden como un disparador moderno para condiciones latentes. Sin embargo, el hecho de que muchos de los afectados no tengan historia psiquiátrica sugiere que podría tratarse de una forma emergente de desorganización psíquica que merece categoría propia.
Esto recuerda a fenómenos clínicos como la «histeria del teléfono» del siglo XIX o la «neurosis del internet» documentada a comienzos de los 2000.
Recomendaciones
- Educación Digital y Psicoeducación: Incluir en escuelas y espacios de salud mental formación sobre la naturaleza de la IA.
- Prevención y Regulación: Establecer límites para diseños que refuercen creencias sin validación empírica.
- Intervención Temprana: Desarrollar protocolos clínicos para identificar vínculos patológicos con la IA.
- Énfasis en lo Humano: Fomentar relaciones reales, seguras, mentalizadas y empáticas. Ninguna IA puede reemplazar el vínculo humano.
Conclusión
La psicosis inducida por IA no es simplemente una anécdota contemporánea. Es un espejo oscuro que revela nuestras fragilidades como sociedad y nuestras carencias relacionales. En un mundo hiperconectado, pero emocionalmente desvinculado, la IA se vuelve una promesa de conexión que, si no se comprende bien, puede transformarse en un peligro silencioso.
Como profesionales de la salud mental, debemos estar a la vanguardia no solo en lo clínico, sino también en lo tecnológico y cultural. La subjetividad contemporánea ya no se forma solo en la infancia, la familia o la cultura; también se forma, y a veces se desforma, en diálogo con algoritmos.